viernes, 24 de febrero de 2012

Fugaz pero inmortal: (Texto Eva Latonda. Fotografía: Esperanza Robles)

Generación tras generación y todo sigue igual. Si acaso las superficies han variado su tamaño, espesor o estado, pero lo esencial, sí, sigue ahí, lo veo. Y está tan a nuestro alcance que ni somos capaces de verlo. Se hace pequeño, pequeño, pequeño; tan pequeño como esos pedacitos de hojarasca diseminados por la suave brisa al pasar...

…Por toda la playa, límpida, luminosa y pura.

¿Quién se para  a hacerse eco de semejante pequeñez?

Y sin embargo, esa pequeñez es un milagro. Un milagro de vida, de respuestas, de enigmas, de ilusiones, de miedos, de vaivenes…

Qué paz sentir la soledad acompañada. Qué descanso saber que uno nunca morirá. Eternas preguntas, con respuestas eternas. ¿Se puede meter todo ese profundo y gigantesco “más”  en esta pequeña cabeza?

Y sin embrago, aquí estoy. ESTOY con mayúsculas, porque soy.

Soy esto que veis, grande y pequeño al mismo tiempo, fuerte, libre y débil… y feliz.

¿Qué más puedo pedir? La vulgaridad es pasearse delante de algo hermoso y no darse cuenta de su grandeza. Gracias, sí gracias por tantas cosas. Gracias por este hermoso día, gracias por  tanta belleza que se desborda, que me llena y me completa.

Capturar momentos, instantes no más, ese debería ser el gran sueño de la humanidad entera. Ese segundo fascinante que lo cambia todo, fugaz pero inmortal, perecedero pero perpetuo. Y aunque a veces todo parece un juego, nada hay más serio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario